Reproducimos el editorial del diario ABC, cuya opinión compartimos desde este blog:
(ABC color, editorial del viernes 27 de julio de 2012)
La vida disipada que llevó Fernando Lugo mientras disfrutada los privilegios del poder le costó bastante caro a un país pobre como el nuestro, con un sinnúmero de necesidades en las más diversas áreas sociales. Ahora, un informe elevado a la Cámara de Diputados por el Poder Ejecutivo reveló que, en el curso de tres años y diez meses de gestión, el expresidente gastó nada menos que 7.300 millones de guaraníes en un total de 62 viajes “oficiales”. Si se suman otros traslados no incluidos en el reporte, el monto fácilmente trepa a los 2.000.000 de dólares americanos. Al tomar conocimiento de la información, la ciudadanía estalló en protestas en las redes sociales, por el derroche afrentoso de un presidente que, en ocasión de asumir el cargo el 15 de agosto del 2008 aseguraba: “La austeridad será el signo del nuevo tiempo”.
La vida disipada que llevó Fernando Lugo mientras disfrutaba los privilegios del poder le costó bastante caro a un país pobre como el nuestro, con un sinnúmero de necesidades en las más diversas áreas sociales. Ahora, un informe elevado a la Cámara de Diputados por el Poder Ejecutivo reveló que, en el curso de tres años y diez meses de gestión, el expresidente gastó nada menos que 7.300 millones de guaraníes en un total de 62 viajes “oficiales”. Si se suman otros traslados no incluidos en el reporte, el monto fácilmente trepa a los 2.000.000 de dólares americanos.
En estas giras, la más extensa de las cuales la efectuó Lugo este mismo año en un recorrido de 17 días que abarcó cinco destinos asiáticos –Corea, India, Japón, Taiwán y Tailandia–, el expresidente solía viajar acompañado de un nutrido séquito de funcionarios, colaboradores personales, choferes, custodios, médicos, fotógrafos y hasta asistentes “ceremoniales”, cuyos pasajes y viáticos representaron una costosa e innecesaria erogación para el erario.
Gracias al dinero del pueblo, entonces, Fernando Lugo recorrió los puntos más exóticos del planeta, dándose así el lujo de posar alegremente ante el Taj Mahal de la India, de hacerse unos restauradores masajes en el curso de una visita de carácter estrictamente privado a Tailandia (donde no fue recibido por ninguna autoridad de ese país) y de engrosar su álbum fotográfico personal con muestras gráficas en las que aparece junto a la mayoría de los líderes políticos del mundo.
Este turista cinco estrellas que de tanto en tanto fungía de presidente de la República del Paraguay se pasó en total meses enteros fuera del país, lejos de los problemas que debía haber afrontado dadas las graves responsabilidades constitucionales que le incumbían.
Lo más lamentable del caso, y lo más condenable también, es que todos estos interminables paseos a lo largo y ancho del mundo no significaron, que se sepa, ningún beneficio concreto para el Paraguay. No existió retorno alguno en términos económicos ni comerciales. Ninguna inversión se radicó aquí alentada por los edulcorados discursos de Lugo en el extranjero, ni una sola fábrica se abrió en el país mediante sus gestiones externas.
En el mejor de los casos, le sirvieron para su provecho personal, o bien para ir a gestionar con sus amigotes bolivarianos las incursiones –injerencia en asuntos internos, violación de la soberanía nacional e irrespeto por la autodeterminación de nuestro pueblo– que estos debían hacer en el país en caso de que su poder se viera en peligro.
Para el despilfarro del dinero público, el expresidente parecía no tener mayores escrúpulos, ni morales ni ideológicos. Es así como se gastaron 2.000.000 de dólares en turisteos a pesar de las innumerables carencias que sufre el país, en abierta contradicción con las banderas que tanto él como sus seguidores enarbolaron siempre en nombre de la solidaridad, la justicia social, la distribución equitativa de la riqueza, la atención prioritaria a los más necesitados y otro tipo de principios que, al final, a juzgar por la forma de vida que llevan muchos de los bolivarianos criollos, no pasan de ser meros alegatos retóricos sin sustancia doctrinal alguna.
Justamente ellos que, en su momento, cuestionaban y condenaban el despilfarro de la administración colorada encabezada por Nicanor Duarte Frutos, fueron los que no solamente cayeron en sus mismos pecados y excesos, sino que, en más de un caso, hasta los profundizaron.
Al tomar conocimiento de la información acerca de la dispendiosa agenda internacional de Fernando Lugo, la ciudadanía estalló en protestas, multiplicándose en las redes sociales las voces de condena por el derroche afrentoso de un presidente que, en ocasión de asumir la Presidencia de la República, el 15 de agosto de 2008, había asegurado: “La austeridad será el signo del nuevo tiempo”.
Con su pública reacción de indignación, la población comienza a demostrar que ha tomado conciencia de sus derechos y, por lo tanto, exige respeto por parte de sus autoridades. Cada día con más conciencia cívica y valentía, las paraguayas y los paraguayos están demostrando, a través de los numerosos medios de comunicación a su alcance, que ya no van a tolerar excesos de ningún tipo, ni impúdicas ostentaciones por parte de aquellos que administran la cosa pública.
Los políticos de todos los signos ideológicos y pertenencias partidarias, y los gobernantes actuales y futuros, deben advertir que la ciudadanía ya no está dispuesta a soportar mansamente actitudes desatinadas o irresponsables en el ejercicio de la función pública. Tiene en sus manos la muy poderosa ayuda de las redes sociales de internet para sus críticas y denuncias, por lo que será preciso que los funcionarios gubernamentales actúen siempre y en todo lugar como respetuosos guardianes de la voluntad popular y celosos custodios de los limitados recursos financieros que cada uno de nuestros compatriotas aporta al fisco a través del pago puntual y sacrificado de sus impuestos.